domingo, 16 de noviembre de 2014

El silencio de la afición














Marisol Lara

Twitter: @marisolinski

El fútbol es un deporte de conjunto en el que el respeto y la solidaridad deben de ser

preponderantes, tengo muchos motivos para amar este deporte y para defenderlo  a capa

y espada de todas las personas que culpan al fútbol de todo lo que pasa en el país y que

no ven en el más que una tapadera y una distracción de los problemas de la sociedad, sé

que es algo cierto; el fútbol al igual que las telenovelas y muchos programas de

entretenimiento son el arma con la que la clase política nos mantiene alejados de la

realidad, bien dice la frase “pan y circo” y creo que un poco de entretenimiento y

desestrés  después de un pesado día de trabajo no está mal, lo que está mal es quedarse

con eso, conformarse y no mantenerse informados de la situación tan grave que atraviesa

nuestro país, esta semana el fútbol dio mucho de qué hablar: que si la revancha, que si

no, que si era penal y una serie de temas a raíz de los partidos amistosos de la selección

mexicana, que si Carlos Vela va a jugar, que si anotó y le calló la boca a muchos (yo entre

ellos), pero lo más importante no se vio en la cancha, se vio en la tribuna en donde un

grupo de aficionados clamó justicia por Ayotzinapa, por el esclarecimiento de este caso, y

por la aparición de los 43 normalistas.

Somos mexicanos, somos aficionados, somos fanáticos del fútbol, pero antes de todo

eso, somos personas, no somos robots, ni autómatas a los que sólo les interesa ver

partidos, tenemos conciencia y sobre todo sentimientos, ningún mexicano es ajeno al

dolor y ya es tiempo de despertar, de salir del letargo social en el que estamos inmersos,

se vale gritar los goles de Vela, pero vale más salir a gritar a las calles, exigir justicia, no

sólo por los normalistas sino por todas las barbaries que han pasado y que no deben de

seguir sucediendo, las muertas de Juárez, Michoacán, Atenco, los feminicidios y

desaparecidos en todo el país, por los migrantes, por las fosas clandestinas; los 43

normalistas son la punta de flecha para que la sociedad exija paz y tranquilidad social.

Nuestro hermoso himno nacional dice en una de sus estrofas “mexicanos al grito de

guerra”, hoy nuestros corazones vibran al grito de “vivos se los llevaron y vivos los

queremos”, y no ha discriminado sexo, religión, preferencia sexual, raza, ideología, ni

clase social, porque es cierto que las tragedias sirven para unir a las personas (es

lamentable que tenga que ser así), al final del día la unión hace la fuerza, una sociedad

unida, sin divisiones ni prejuicios es una sociedad fuerte que defiende sus derechos y que

no se deja, pienso que los buenos somos más y siento que de alguna manera México

acaba de despertar y no debemos dar marcha atrás.

Esta columna se llama el silencio de la afición y hay muchos motivos por los que se llama

así, uno de ellos es que la afición sólo se calla justo en el momento antes de un gol, esa

milésima de segundo en el que jala aire para después gritar, las aficiones apoyan, critican,

festejan y lloran, pero nunca se callan, porque hay emociones que no se pueden callar,

que no se pueden ni se deben detener, el dolor por Ayotzinapa no se puede callar, no se

puede evitar, nadie no lo quita; esta clavado en lo más profundo, mi corazón clama justicia

y no, hoy no me pienso callar.


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