domingo, 21 de septiembre de 2014

Efectos Colaterales


DE CHILE, MOLE Y DE MANTECA, LA NOCHE DEL 15 DE SEPTIEMBRE.



Sol Campero

@LeonoraZoleska


Los preparativos iniciaron desde muy temprano, primero con una visita a la central de abastos que tenía como fin abastecer los elementos necesarios para degustar más de un manjar culinario. La gente que iba y venía en tropel, apurada y observadora, había que comparar precios porque la economía no da para tanto, aun así era día de fiesta nacional, hasta la gente que pide limosna lo sabía y al tiempo de recibir una moneda proclamaba un dios lo bendiga y entregaba el lábaro patrio, hecho una pequeña estampa, todos sin excepción sentían orgullo de la nación donde nacieron. 
Verde, blanco y rojo por todos lados, estos colores expresaban como poquísimas veces el patriotismo mexicano, insignias que cada año desde hace más de un centenario adornan las calles, para proclamar lo libres que somos o al menos que pretendemos ser, el antiquísimo sueño de la patria soberana y democrática donde todos tenemos las mismas oportunidades, el derecho de elegir y vivir en paz unos con otros. 
La noche del 15 de septiembre fue ocasión de alegría, (desmadre más bien dicho), cornetas, gritos, sombrerudos y trensudas, todos justísimos como hermanos, reunidos en plazas públicas, esperaban la ansiada hora, 11 de la noche, establecida por cierto presidente que no podía alterar su horario para dormir, quizá por aquello del sueño embellecedor, (estoy hablando de Díaz) y mejor lo dio antes de media noche. 
El show es distinto claro, pero como siempre hubieron distracciones baratas (a veces no tanto) para que todos estuvieran contentos, porque eso de recordar a los héroes nacionales, bueno eso realmente queda en segundo plano, había que saciar el hambre con la famosísima dieta de la T y calmar la sed con un buen tequila, porqué no hasta perder la conciencia, aunque eso si no tanto como para no dar el grito. 
Finalmente la culminación del acto, con el máximo jefe de estado saliendo del balcón presidencial, la bandera ondeando, una primera dama envuelta en su perfecto vestido de diseñador, todo en pulcra sincronía, excepto por el pequeño detalle de ver a un presidente que al estar frente a frente del pueblo que dice gobernar, se veía incomodo, nervioso, asustado, y quién no lo estaría tomando en cuenta que la ciudadanía o un groso de ella viven en la incomodidad de su mandato. 
Pero que importa este es el país del por siempre y para siempre, jamás, ¡viva México!, ¡viva México!, ¡viva México!.
 Twitter: @LeonoraZolezka

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