domingo, 12 de octubre de 2014

Para la hora del café: Guerrero, del paraíso al infierno

PARA LA HORA DEL CAFÉ



GUERRERO, DEL PARAISO
AL INFIERNO

Joel Sánchez Rodríguez
@JoelSanRadar

Estremecen hasta los huesos, los hechos ocurridos en Iguala, Guerrero y las imágenes que de los estudiantes normalistas de Ayotzinapan asesinados, circulan a través de diversos medios de comunicación, porque confirman que vivimos en el horror, que es mentira cualquier frase o discurso que hable de derechos humanos, de legalidad o estado de derecho, porque es la autoridad misma, la policía y aquellos que deberían hacer valer la ley, quienes en realidad fomentan la tragedia e incurren en crímenes de Lesa Humanidad.
No hay palabras para describir lo que se vive en el estado de Guerrero, donde aquellos indicativos de “tierra caliente, costa caliente, Guerrero Negro o Guerrero Rojo” toman más vigencia que nunca.
Resulta incomprensible lo sucedido la noche del 26 de septiembre y la madrugada del día 27 en Iguala, pero el saldo confirmado de 6 muertos, 25 heridos, 43 desaparecidos, un alcalde prófugo y nueve fosas clandestinas con un indeterminado número –hasta este jueves 9 de octubre- de cadáveres calcinados, confirma el fracaso de toda política pública que hable del respeto a la condición humana, porque lo ocurrido agravia, ofende y lastima a la colectividad, no solo a los normalistas, ni nada más a los guerrerenses.
El estado de Guerrero vive en un desorden generalizado, la policía de Acapulco lleva meses acuartelada por sus vínculos con el narcotráfico que impuso el terror en el puerto; hace unas semanas fue asesinado ahí un diputado; los bloqueos en la autopista son cosa de todos los días, la represión a los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” es algo ya común, en Iguala hay 22 policías encarcelados por el homicidio masivo y resulta que el Gobernador, aun así pregunta si su renuncia serviría de algo.
Inolvidable resultan las matanzas ocurridas en Aguas Blancas, Guerrero en 1995 y en Acteal, Chiapas en 1997; pero ninguna de las dos resulta siquiera comparable con la masacre en Iguala, porque esta apunta como primeros y directos responsables a la autoridad encargada de velar por el cumplimiento de la ley; a la policía cuya misión es garantizar la seguridad pública y a las instituciones mismas que deberían cuidar el cumplimiento del estado de derecho.
Ángel Heladio Aguirre Rivero que por segunda ocasión es gobernador del estado, -la primera por el PRI y la segunda por el PRD- presume inocencia ante lo que ocurre en Guerrero, pero no puede ser inocente quien actúa indolente y que abdicando a su deber se convierte en cómplice de la barbarie, de grupos criminales que junto al turquesa del mar, fomentan el rojo de los ríos de sangre.
Lo que fue el paraíso del pacífico, es hoy el imperio de los delincuentes y de políticos-criminales, por ello está obligada la federación a restablecer el orden, a imponer la ley y a devolver la tranquilidad y la legalidad a un estado en el que sus hechos se convierten en motivo de indignación mundial y de reclamo colectivo que exige justicia y vergüenza a las autoridades del país.
Una de las primeras fotos que circuló de los normalistas asesinados, corresponde al estudiante Julio Cesar Mondragón; la imagen de ese rostro sin rostro resume todo y condensa toda la tristeza y estremecimiento que puede haber en el dolor colectivo que el Gobierno de Guerrero nos ha provocado a los mexicanos y a los informados del mundo.
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Twitter: @joelsanradar

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