domingo, 12 de octubre de 2014

Tocando puertas

No falta mucho
César Ruíz Hernández

Es incuestionable la situación trágica por la que atraviesa nuestro país, misma situación que destrona visualmente a las altas cúpulas como hegemonía imperante no sólo del poder, sino también de la comunicación.  Estamos sufriendo épocas sucias y sangrientas, quizá pasamos por uno de los peores momentos en la historia de nuestro país como tal. Ya lo dijo Alejandro Solalinde, “México es una tumba clandestina”, el problema de nuestro país, no se mira hacia su violencia desatada que resulta siempre impune o peor aún termina castigando en su gran mayoría de veces a quienes buscan la misma justicia. El problema no se centra en la corrupción grave que nos acomoda como las naciones más fraudulentas y desiguales económicamente del planeta. El problema tampoco es sólo la contradictoria democracia que presumen alcanzada quienes ejercen el poder, a sabiendas que un mismo color ha gobernado la moribunda trayectoria del territorio con forma de  cuerno de la abundancia desde finales de la llamada revolución mexicana. Moribunda aunque tal vez necesite morir para volver a nacer.

Hoy sufrimos, hoy lloramos y pedimos un auxilio divino para resolver estos desórdenes injustos y constantes. Hoy pedimos no perder la esperanza y esperar a que entre los mismos peces gordos se destruyan. Pero existe una situación que no muchos quieren aceptar, la gran mayoría no visualiza, y otros prevén, aceptan, aprueban y asisten. Estamos al borde de levantamientos armados de carácter nacional. Estamos en tiempos prerrevolucionarios.
Las manifestaciones no cesan, las protestan comienzan a perder el miedo, se convierte en un trastorno de lucha contagioso. Lo sucedido apenas en Iguala Guerrero, es una demostración de la fracción inequívoca que existe entre los gobiernos del país y quienes pretenden cambiarlo a través de la expresión y organización colectiva.
Son cuarenta y tres ahora desaparecidos, otros más asesinados, algunos heridos y uno más con muerte cerebral. Son jóvenes que además de ser contestatarios y luchadores sociales, dignos representantes de los pensares qué surgen en quienes estamos hartos de lo mismo; ellos son quienes defendieron con su voz y vida lo que no creían correcto.
¿Qué se necesita para detener este actuar represor con tendencias fascistas, este sistema vulgarmente genocida que nos remite a épocas que nuestros falsos libros de historias creen extintas? Es una verdadera tristeza el hecho que la autoridades se avienten los hechos unos a otros sin definir culpables, que el secretario de educación pública del país considere que se trata de un acto que solo se  vive en las comunidades rurales de esa entidad y se omite de responsabilidades; es grave que el procurador de justicia, quien ya había sido informado de la irregularidades del  alcalde de Iguala, Guerrero, no se tomó ni la molestia en siquiera investigarlo. Mismo alcalde que ahora anda prófugo oficialmente, seguramente una justa  explicación para dar menos indicios de lo sucedido.
Lo real es que se cometen casos graves de impunidad, el país está en shock, las jornadas de protestan continúan, el pasado ocho de Octubre, miles de personas se concentraron en las plazas públicas más importantes del país para clamar por los desparecidos. El grito de justica se hizo sonar en todo el terreno nacional, era un solo grito y en colectivo, era un grito fuerte, macizo, directo y expansivo. Mismo expresar que se repitió en manifestaciones llevadas a cabo incluso e otros países como Argentina, España y Estados Unidos. La imagen de nuestro México es noticia en el resto del mundo, muchas empresas desisten el invertir  en tierra de sangre, la imagen del “salvador de México” que irónicamente adjetivó la revista Times hace meses, se consume en lágrimas de lucha. Misma lucha que se acerca, se aumenta y enrabia.
Por otro lado, un caso muy diferente, los estudiantes del IPN organizadamente se  mantienen en paro de labores por defender su plan de estudios, su presupuesto que cada año se reduce y su profesionalidad que es oprimida como la de muchos estudiantes del país. Ahora el Poli da la  vuelta a la autoridad y le dice a Osorio que NO a sus resoluciones simples, ambiguas extrañamente mediáticas. Los politécnicos se oponen y continúan en lucha.
Nuestro país colapsa como república, como nación, como sistema, como poder. Cae poco a poco parece ser cuestión de tiempo, es cuestión de escuchar un detonante para que la situación reviente, para que las guerrillas urbanas y en la sierra se unifiquen, para que las distintas organizaciones y colectivos concuerden para hacer una misma lucha. Es solo cuestión de rabia y justicia.
No falta mucho.

Facebook: Cesar Rue

Twitter: @cesar_Rue

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