Danya Angélica Gálvez Ordóñez
¿Y qué le pasa a la charrería?
Bajo la insistencia de un profesor, por que tuviéramos un
espacio en el que pudiéramos escribir una columna de un tema de interés propio,
es que estoy aquí y no lo confundamos con obligación, es el gusto por dar un
tiempo a escribir y compartir con ustedes un poco de una de mis grandes
pasiones “La Charrería”.
Cada día existe en mí una nueva duda acerca de la charrería,
dónde están esos jóvenes con gran entusiasmo que cuidaban, arrendaban,
cabalgaban con sus caballos y se apasionaban al saber de algún evento que el
único reconocimiento que se obtendría sería el cariño de la gente y la
convivencia con otras asociaciones o como algunos dicen “con la gente de a caballo”.
Los tiempos han cambiado y aunque me resisto a reconocerlo,
debo apuntar la respuesta a que este como muchos otros deportes ha pasado de
ser una tradición a un negocio, en el que puedes percibir un sueldo, obtener
ganancias y vender tu participación. Pero antes de ver el negocio se debería
rescatar esa impecable manera de representar un deporte.
Cuando digo rescatar la representación, me refiero portar la
vestimenta charra con orgullo, porque la diferencia entre un charro y alguien
que se dice ser charro ya no se distingue, cualquiera cree que por ponerse
botas y sombrero ya es charro, pero eso se debe a que los charros ya no usan la
vestimenta correcta para sus actividades y entonces, si están viendo esto como
negocio, ¿Dónde quedan los lineamientos del reglamento?.
El reglamento dice que el Charro debe vestir lo mejor
posible, o sea con la mayor propiedad, conservando así la tradición y una
personalidad uniforme de categoría y buen gusto. Y, en esto debe tenerse
cuidado, pues con frecuencia vemos algunos cantantes, artistas y mariachis,
portando trajes charros que denigran a la Charrería, como lo es el reciente
caso del equipo de futbol chivas, además usan el pelo largo, lo cual también
está prohibido por ser anti estético, antihigiénico y de poca personalidad,
pero quienes tienen la culpa, creo que la culpa la tienen los mismos charros
que no cuidan esos pequeños detalles que por tradición afectan su imagen.
Todo tiene sus pros y contras, y aunque la imagen se ha
descuidado, debo reconocer que los charros mexicanos han mantenido un alto
nivel de competencia y nos muestran eventos de gran dominio caballar y un
espectáculo para disfrutar con la familia, amigos y pareja. Aunque esperemos
que este año se coloquen bien el traje y
mejoren sus actuaciones en los
diferentes torneos como estatales, excelencia y el nacional.
No fichemos por fichar, conozcamos antes de criticar y
aprendamos a distinguir el ser con el parecer.
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