sábado, 9 de agosto de 2014

Con la Rienda

Danya Angélica Gálvez Ordóñez



¿Y qué le pasa a la charrería?



Bajo la insistencia de un profesor, por que tuviéramos un espacio en el que pudiéramos escribir una columna de un tema de interés propio, es que estoy aquí y no lo confundamos con obligación, es el gusto por dar un tiempo a escribir y compartir con ustedes un poco de una de mis grandes pasiones “La Charrería”.

Cada día existe en mí una nueva duda acerca de la charrería, dónde están esos jóvenes con gran entusiasmo que cuidaban, arrendaban, cabalgaban con sus caballos y se apasionaban al saber de algún evento que el único reconocimiento que se obtendría sería el cariño de la gente y la convivencia con otras asociaciones o como algunos dicen “con la gente de a caballo”.

Los tiempos han cambiado y aunque me resisto a reconocerlo, debo apuntar la respuesta a que este como muchos otros deportes ha pasado de ser una tradición a un negocio, en el que puedes percibir un sueldo, obtener ganancias y vender tu participación. Pero antes de ver el negocio se debería rescatar esa impecable manera de representar un deporte.

Cuando digo rescatar la representación, me refiero portar la vestimenta charra con orgullo, porque la diferencia entre un charro y alguien que se dice ser charro ya no se distingue, cualquiera cree que por ponerse botas y sombrero ya es charro, pero eso se debe a que los charros ya no usan la vestimenta correcta para sus actividades y entonces, si están viendo esto como negocio, ¿Dónde quedan los lineamientos del reglamento?.

El reglamento dice que el Charro debe vestir lo mejor posible, o sea con la mayor propiedad, conservando así la tradición y una personalidad uniforme de categoría y buen gusto. Y, en esto debe tenerse cuidado, pues con frecuencia vemos algunos cantantes, artistas y mariachis, portando trajes charros que denigran a la Charrería, como lo es el reciente caso del equipo de futbol chivas, además usan el pelo largo, lo cual también está prohibido por ser anti estético, antihigiénico y de poca personalidad, pero quienes tienen la culpa, creo que la culpa la tienen los mismos charros que no cuidan esos pequeños detalles que por tradición afectan su imagen.

Todo tiene sus pros y contras, y aunque la imagen se ha descuidado, debo reconocer que los charros mexicanos han mantenido un alto nivel de competencia y nos muestran eventos de gran dominio caballar y un espectáculo para disfrutar con la familia, amigos y pareja. Aunque esperemos que este año se coloquen bien  el traje y mejoren sus  actuaciones en los diferentes torneos como estatales, excelencia y el nacional.

No fichemos por fichar, conozcamos antes de criticar y aprendamos a distinguir el ser con el parecer.


Twitter @AngiiGalOrd

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