sábado, 9 de agosto de 2014

Tocando Puertas

César Ruiz Hernández


¿Tú qué dices?


Cada día me cuestiono las razones por las cuales cada ser en este planeta se comunica. Es precisamente por este fenómeno curioso que despierta dentro de la cotidianidad, que escribo sin censura este texto, con el fin de aclarar un poco o quizá derretir argumentos para dudar más del tema que desarrollaré más adelante. Aclaro que redacto un escrito sin censura, porque es precisamente el contexto al que refieren mis palabras: ¿Qué es la comunicación? ¿Con qué fin se desarrolla? ¿Es un acto o un proceso?

Estas son interrogantes con direcciones diferentes. Para mi perspectiva, la comunicación es una acción que por consiguiente se lleva a cabo a través de un proceso, el cual consiste en la transmisión de datos, su finalidad no es plenamente voluntaria, aunque varía según el caso.

Aunque percibo esta incógnita de matices informativos de cierto modo, hoy no es lo que me preocupa, sinceramente no me enfoco en eso, o al menos no del mismo modo que lo siguiente a exponer. Lo que realmente me interesa es una variable que abunda y vive en el periférico de la emisión de datos, un destino con propuesta y propósito. Para mi punto de vista una de las claves de la evolución intelectual y cultural de cada sociedad es precisamente la expresión. Sí, y reitero que contiene un propósito o al menos debería tenerlo; también considero que las distintas formas de expresión varían según el contexto histórico- social de un territorio ya que siempre se entiende el lenguaje o mensaje como parte de un conocimiento empírico, el cual es inseparable de un aprendizaje asumido por la educación, religión, ambiente social, etc.

Todos consideramos un derecho natural, el poder comunicarnos a nuestro antojo sin ofender ni burlar seres o prácticas en general, pero qué sucede cuando esa expresión se convierte en un problema para la parte rígida de una estructura política, es decir la clase dominante o dictatorial en un sistema.

En México estamos acostumbrados o para hacerlo sonar distinto “acoplados” o burdamente “acomodados” a no expresar nuestro sentir, o quizá no quererlo expresar o saliéndome ligeramente del tema, estamos muy arraigados a no sentir, o al menos así parece. Pero sin duda hay una cuestión constante que nos identifica en la emisión de un mensaje, para poder hacerlo connotativo, es decir íntegro y fácilmente  asumible, sobre todo digerible: el arte.

A través de los procesos sociopolíticos de nuestro país se han desarrollado artistas de cualidades críticas, cuya finalidad de expresión precisamente es el objetar las decisiones o acciones del gobierno o de la cúpula mayor y mandataria. Es el caso del muralista David Alfaro Siqueiros, considerado como uno de los más grandes exponentes de la pintura en México, quien dedicó su vida a la rebelión participando en protestas estudiantiles cuando joven, e incluso apoyando manifestaciones de extrema izquierda ya siendo adulto mayor.

Ahora la percepción cambia cuando el arte de uno de los grandes construye crítica, distinción y sobre todo opinión. Su arte es clave en la interpretación de resultados del espectador, quien finalmente decide qué ver, aunque el autor valida para bien, siempre que su público cuestiona e interroga su obra por su contenido.

Es precisamente ahí donde entra la expresión a la que conduzco, una libertad limitada de respuesta, pero un escape como producto estéticamente digerible.

El cine como último arte, también innovado, ha dejado huella satíricamente en nuestra política tan sencilla de comprender y tan compleja de solucionar. Es Luis Estrada quien a través del humor, ironía y burla denota una sociedad rota, descocida y sin bases, sin piso pero tocando fondo. Es su expresiva imagen la que describe lo que todos al despertar recordamos, la misma que todos conocemos aunque convertida en el producto audiovisual. Basta con mencionar “La ley de Herodes o El infierno”, para conocer el arte de lo triste, el arte de lo amargo, el arte de lo desgraciado y crudo, pero finalmente arte.

La expresión es la herramienta más poderosa que tenemos como seres en desarrollo y como inmensos nómadas de la intelectualidad y el sentir. Su mejor canal: el arte.
El arte es la estética convertida en objeto, o tal vez muchos lo definan viceversa.

Los invito a expresarnos con propuesta y propósito, con certeza e inteligencia. Busquemos el modo y la contienda será cada vez más a nuestro modo, el modo de la libre expresión.


Twitter: @cesar_Rue
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