Señor
mentira
Hace una semana, contextualizaba un poco desde mi
percepción, un tramo de esa inmensa carretera que nos enlaza día a día en ideas
y trayectos. La expresión, que nace como
base de un intercambio de asuntos, se puede transcribir como arte y este a su vez como cadena de
crítica cuya búsqueda se enfoca en una respuesta limitada y semi libre.
Pero en el otro extremo de la crítica, existe un
ámbito de un mundo cerrado, de un círculo lucrativo y de empoderamiento masivo,
a través de la moral. Es por eso que en esta ocasión llevaremos el síntoma expresivo
a un rama inmortal (literalmente hablando), la cual aprovecha de su acción para
manipular, entorpecer, endeudar y controlar casi completamente a las masas; y
no hablo de la caja idiota o de un idiota más que idiotiza a través de dicha
caja, ni de una caja idiotizada que dentro de su idiota vida no cubre ni una
cuenta de lo que en una sociedad civilizada pudieran construir. No hablo de esa
caja que actualmente penetra cual violación impune en nuestras mentes, hablo de
otra forma nada idiota de atentar contra nuestra cotidianidad, una que hasta
hace medio siglo aún mantenía una hegemonía absoluta en liderazgo de opinión en
el mundo entero: la religión.
“El que no habla, dios no lo oye”, frase típica del
que pretende que expongas tu situación. Aunque algo clásica y burda, conlleva
en sí dos aspectos primordiales. El primero; si no das a conocer tu punto de
vista, este no será escuchado y por ende no será atendido; y segundo, justifica
a un ser supremo el no responder por las súplicas de sus inseparables
seguidores. Aclara que él no oye a quien no le habla, pero tal vez tampoco oye
a quien lo hace. Esto último lo agrego yo desde mi hipótesis anticlerical a la
que asiste mi cordura cada que alguien intenta defender la palabra del “señor”.
Mismo señor del que se expresa precisamente todo, es decir que se habla
constantemente sobre sus acciones e intenciones, pero sobre sus resultados no
conocemos absolutamente nada. En resumen, él sí habla pero no lo oímos; a mi
estilo y como siempre tan pictórico en mi cadena de contendientes, lo resumiría
de la siguiente forma: “Aunque me hablen de dios, no lo oigo, sinceramente creo
que nadie lo hace”.
“El clero es una cuestión del diablo”,” soy ateo
aunque gracias a dios” y “prácticamente me considero religioso, solo me falta
ir a misa”. La religión como negocio es excelente, pero como patrones de
información o de liderazgo es sin duda alguna, la mejor institución.
Tomo como ejemplo las épocas independentistas en
México. Cuando la guerra comenzaba, la mayor parte de los padres que se
encontraban en las iglesias convocaron a la gente en los pueblos a levantarse
en armas y apoyar la causa; ésto por que ellos como encargados de parroquias de
pueblo, se encontraban hasta abajo de la cadena alimenticia, popularmente
conocida como rama eclesiástica de la Nueva España. Aprovecharon dicha
situación para buscar “un hueso” más arriba, siendo influyentes a través de su
palabra al motivar a grupos de personas que guiados por un “mensajero del
señor” (sin ofender a los actuales verdaderos mensajeros del señor) a luchar
por un país “independiente”.
¿Fue conveniente para este país? Para mi conceptual
punto de vista, fue una acción importante, aunque también los sacerdotes a
través de su necedad de dominio, fueron quienes décadas después provocarían
guerras civiles al ser despojados de su poder político, y desquitaron su rencor
al condenar fuertemente al infierno al presidente Juárez. Pobre Beno conoció el pecado de los propios
defensores del señor.
Pero no todo es malo, entusiasmado quiero agregar
que es tan agradable el momento cuando algún ser religioso sin problemas de
tiempo ni de palabra acude a mi puerta y
me comparte mucho de su extrema y rica sabiduría, adornándome el día con su
lírica tan enamoradiza que siento que caigo redondito en sus brazos. Es un
honor recibir sus finas palabras y poder perder mi tiempo mientras charlamos
agusto y le ofrezco acceder a mi casa para conversar más sobre el ser supremo.
No, de verdad es triste la excitación colectiva que
producen dichos líderes de opinión que caen en el dogma de lo absurdo, pero es
aún peor las crédulas e inocentes masas que siguen a quien o a quienes les
dictan seguir.
Por ello dedicaré la siguiente columna a continuar
este extenso tema, recuerde esto es sin ánimo de ofender, pero con intención de
hacer caer en lo diferente, en lo relativo.
¡Qué dios lo bendiga! (contemplando su disposición y
claro si los escucha)
Twitter: @cesar_Rue
Facebook: Cesar Rue
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