domingo, 17 de agosto de 2014

Punto y aparte: Desde el Sofá


Desde el sofá
Manipulación, aislamiento inconsciente y pérdida de tradiciones socioculturales dentro de la generación Z, nacida a partir de los años 90’s, es lo que se ha venido creando a través de la telaraña mundial, internet, sin embargo paralelamente han aparecido múltiples herramientas de gran controversia que el día de hoy se han vuelto parte de nuestra vida.         

Durante los últimos tres años creció el número de usuarios que utilizan alguna red social para dedicarse al Slacktivism, slacker (holgazán) y activism (activismo) o mejor conocido como activismo de sofá, el cuál trata de hacer uso de las redes, mandando mensajes, compartiendo estados, imágenes o noticias, publicando y promoviendo acontecimientos e incluso firmando peticiones, todos referentes a causas o problemas presentes dentro de la sociedad. Poniendo en duda con esto a los expertos en redes sociales y comunicación, preguntándose si ¿el activismo de sofá hace una función benéfica para la sociedad o no? y ¿qué tanto afecta al activismo de calle?  

 

Puntualizando, no cabe duda que esta manera de cambiar al mundo o una parte de él es una de las más fáciles y rápidas de informarnos sobre noticias o eventos de cuestiones sociales, sin embargo y lamentablemente no a todos les es de su interés, he aquí el primer inconveniente, y por ello puede o no puede el receptor pasar a la fase de la acción o presencia en la causa o problema, dependiendo de cuanto le cautive el mensaje que leyó, el claro ejemplo de la reciente muerte del actor Robin Williams, que por lo visto afectó a muchos pero la guerra contra Gaza o la aprobación de la reforma energética ¿a quién le afectó?. Por otra parte los usuarios que realizan este activismo, en su mayoría jóvenes, tienden a no participar de forma presencial en este tipo de acontecimientos ya que lo perciben como un riesgo y prefieren realizar su “buena acción” pasiva y cómodamente, hasta que inconscientemente se quedan en un estado estandarizando acostumbrándose a sólo realizar el activismo desde una pantalla, quitándole con esto fuerza al activismo de calle, ese, donde según el contexto puede manifestarse a través de distintas iniciativas, legales o ilegales, como reuniones, marchas, recogida de firmas, huelgas, desobediencia civil, invasión de terrenos, amotinamiento o hasta un levantamiento armado.
Con lo anterior no niego que pueda complementar al activismo tradicional ni que los llamados activistas de sofá tengan un rol dentro de la sociedad con el que pueden llegar a alcanzar un impacto global, hablando de términos de difusión con temas sociales que actualmente la sociedad demanda, pero lo que es cierto es que en muchas ocasiones los que lo realizan no conocen el conflicto o causa social por la que se supone están a favor o en contra y que además se ha creado un círculo vicioso de que en cada circunstancia que surge un tema relevante tienden a publicar y compartir, estados o imágenes, para sentir una satisfacción con ellos mismos o simplemente por seguir a los demás y no porque realmente les preocupe, dejándonos con las interrogantes: ¿Son las redes sociales capaces de generar cambios sociales y motivar la participación ciudadana efectiva? ¿O las redes sociales son un espacio para “mostrar” que nos interesan las causas sociales, pero que no nos mueve a la acción?   
Queridos lectores no sólo es suficiente compartir las situaciones que nos aquejan, la verdadera lucha se encuentra en nuestras calles, pluralizando la palabra lucha, porque son muchas pero eso es PUNTO Y APARTE.
 
Twitter: @jettimedina
Facebook: Jessica Medina





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