Por Nailea Vargas
Siendo esta la primera vez que tomo
el teclado y escribo una columna, he decidido escribir sobre un tema que me
apasiona y que por supuesto encantará a los amantes de ello: la música, en
todos sus contextos y géneros como oficio y profesión.
Comenzaré por hablar de un
subgénero musical que desborda mi inquietud: el narcocorrido. Los narcocorridos
pertenecen a la música norteña que es escuchada principalmente en Estados
Unidos y norte de México e interpretada por agrupaciones con origen en estados
como Sinaloa y Nuevo León. En México surgen los corridos desde hace aproximadamente
veinte años donde en sus letras exaltaban figuras de poder generalmente
pertenecientes al narcotráfico. Actualmente es más común escuchar temas
alusivos a este problema que aqueja la seguridad de los mexicanos.
En mi opinión, este subgénero va
desgastando cada vez más el arte de hacer música que consiste en no solo hacer
ritmos que generen estímulos positivos sino también en mantener la cultura y
los valores morales que poco a poco van disminuyendo.
Los narcocorridos actualmente son
escuchados por jóvenes e incluso niños, mi pregunta es ¿los padres de familia
están conscientes de lo que escuchan sus hijos? Creo que este tipo de música
está creando una ideología que por su puesto fomenta el consumo de drogas y
alcohol y la práctica de conductas delictivas y violentas, pero va más allá de
eso, también estamos promocionando un estilo de vida; hace diez años los
corridos solo hablaban de las aventuras del capo, ahora hablan de manera
específica sobre como matar a alguien y sobre todo como estar orgulloso de
ello.
México necesita fomentar su cultura
y tradiciones, cuidemos lo que escuchamos pues de ello depende la manera en que
concebimos el mundo. Consideremos la libertad de escuchar lo que nos plazca
pero consideremos también las consecuencias que ello trae al futuro de nuestro
desarrollo. Hagámonos personas consientes y promovamos la buena música y las
bellas artes.
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