Las Taranovelas. Primera Parte.
@Eduardo Cervada
"Yo
culpo a las novelas, maldigo su argumento, que estúpido es llorar y que cursi
lo que siento, creer que volverás justo en el capítulo final".
Soñamos con que baje de un carruaje blanco nuestro príncipe
azul. Esperamos que llegue en un día profundo, soleado y claro para que de
pronto nos sorprenda con ese beso, el beso del verdadero amor. ¡Y madres! Despertamos,
nos damos cuenta que solo son sueños.
Las taranovelas telenovelas han formado parte
de nuestro consiente y subconsciente desde que tenemos ese acercamiento a la
gran caja. Muchos de nosotros crecimos con telenovelas que iban guiadas
específicamente para el público infantil, apuesto a que todos recordamos Aventuras en el Tiempo, Amigos por Siempre, El Diario de Daniela, entre otras.
Creo que aún me sé algunas canciones. Y así, crecemos
y nuevamente nos insertan otras de estas, pero ahora ‘aptas’ para nosotros: Amigas y Rivales, Rebelde, Muchachitas.
Y nuestro cuerpo y mente siguen desarrollándose, y
como ahora somos ‘pro’ o ‘intelectuales’ nos negamos a
ver este tipo de contenido que nos ofrece la televisión. Sin embargo, en cada
una de nuestras casas, nuestra madre o abuela nos acercan, por lo regular a la
hora de la cena a ver por lo menos, la mitad de un capítulo de éstas.
Y así crecemos, creyendo que el amor llegará como le
sucedió a Betty la Fea, a “La Gaviota” o todas “las Marías” interpretadas por Thalía.
Y de pronto despertamos, nos damos cuenta que la
realidad es distinta.
Lo que han logrado plantear las telenovelas, son
sueños y fantasías. Haciéndonos creer que el rico se enamorará del pobre, que
el pobre se ganará la lotería, que la fea logrará así conquistar a su amor solo
con los sentimientos. Etcétera, etcétera, etcétera.
Estamos ubicados a nivel internacional, como uno de
los principales productores de telenovelas y no es de orgullo decir, pero
países latinoamericanos ven en Televisa una gran industria, fábrica de sueños,
la idolatran y creen que lo que se refleja en ella, es parte de la realidad de nuestro
país, entre ellas, los dramas en la pantalla chica. DESGRACIADAMENTE.
Eduardo
Cervada
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