Marisol Lara
Twitter: @marisolinski
El fútbol es un deporte de conjunto en el que el respeto y la solidaridad deben de ser
preponderantes, tengo muchos motivos para amar este deporte y para defenderlo a capa
y espada de todas las personas que culpan al fútbol de todo lo que pasa en el país y que
no ven en el más que una tapadera y una distracción de los problemas de la sociedad, sé
que es algo cierto; el fútbol al igual que las telenovelas y muchos programas de
entretenimiento son el arma con la que la clase política nos mantiene alejados de la
realidad, bien dice la frase “pan y circo” y creo que un poco de entretenimiento y
desestrés después de un pesado día de trabajo no está mal, lo que está mal es quedarse
con eso, conformarse y no mantenerse informados de la situación tan grave que atraviesa
nuestro país, esta semana el fútbol dio mucho de qué hablar: que si la revancha, que si
no, que si era penal y una serie de temas a raíz de los partidos amistosos de la selección
mexicana, que si Carlos Vela va a jugar, que si anotó y le calló la boca a muchos (yo entre
ellos), pero lo más importante no se vio en la cancha, se vio en la tribuna en donde un
grupo de aficionados clamó justicia por Ayotzinapa, por el esclarecimiento de este caso, y
por la aparición de los 43 normalistas.
Somos mexicanos, somos aficionados, somos fanáticos del fútbol, pero antes de todo
eso, somos personas, no somos robots, ni autómatas a los que sólo les interesa ver
partidos, tenemos conciencia y sobre todo sentimientos, ningún mexicano es ajeno al
dolor y ya es tiempo de despertar, de salir del letargo social en el que estamos inmersos,
se vale gritar los goles de Vela, pero vale más salir a gritar a las calles, exigir justicia, no
sólo por los normalistas sino por todas las barbaries que han pasado y que no deben de
seguir sucediendo, las muertas de Juárez, Michoacán, Atenco, los feminicidios y
desaparecidos en todo el país, por los migrantes, por las fosas clandestinas; los 43
normalistas son la punta de flecha para que la sociedad exija paz y tranquilidad social.
Nuestro hermoso himno nacional dice en una de sus estrofas “mexicanos al grito de
guerra”, hoy nuestros corazones vibran al grito de “vivos se los llevaron y vivos los
queremos”, y no ha discriminado sexo, religión, preferencia sexual, raza, ideología, ni
clase social, porque es cierto que las tragedias sirven para unir a las personas (es
lamentable que tenga que ser así), al final del día la unión hace la fuerza, una sociedad
unida, sin divisiones ni prejuicios es una sociedad fuerte que defiende sus derechos y que
no se deja, pienso que los buenos somos más y siento que de alguna manera México
acaba de despertar y no debemos dar marcha atrás.
Esta columna se llama el silencio de la afición y hay muchos motivos por los que se llama
así, uno de ellos es que la afición sólo se calla justo en el momento antes de un gol, esa
milésima de segundo en el que jala aire para después gritar, las aficiones apoyan, critican,
festejan y lloran, pero nunca se callan, porque hay emociones que no se pueden callar,
que no se pueden ni se deben detener, el dolor por Ayotzinapa no se puede callar, no se
puede evitar, nadie no lo quita; esta clavado en lo más profundo, mi corazón clama justicia
y no, hoy no me pienso callar.