PARA LA HORA DEL CAFÉ
HIDALGO Y
SONORA,
LAS
AFECTACIONES MINERAS
Joel Sánchez
Rodríguez
@JoelSanRadar
El derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre acidulado al
cauce del arroyo tinajas y los ríos Sonora y Bacanuchi por parte de la empresa
minera Buenavista del Cobre, integrante del Grupo México, constituye el
desastre ambiental más grande en la historia moderna del país, de acuerdo a
declaraciones del Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT)
del gobierno federal, Juan José Guerra Abud.
El funcionario federal coincide con los titulares de la Comisión
Nacional del Agua (CONAGUA), Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(PROFEPA) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios
(COFEPRIS) en que toda la responsabilidad recae en la empresa que podría ser
multada hasta con 40 millones de pesos, independientemente de que deberá
reparar el daño y encargarse del saneamiento, lo que podría costar “cientos o
miles de millones” dice el secretario de estado.
Aun está por verse si de verdad la autoridad se faja los pantalones y
obliga a Grupo México, -económicamente poderosísimo-; a reparar el daño, pagar
multas e indemnizar a los afectados con base en lo que establece la Ley de
Responsabilidad Ambiental, pero mientras ello sucede o no, vuelven al terreno
de la discusión, las afectaciones que la industria minera genera en diversas
regiones del país, el daño al entorno ecológico y los riesgos sanitarios que
provocan sus desechos.
Tras el derrame, en los cauces sonorenses se han detectado altos niveles
de cobre, arsénico y aluminio; pero esa situación no es exclusiva de Sonora,
tan solo hay que citar que desde hace décadas, en aguas subterraneas del
municipio de Zimapán, Hidalgo; se han detectado concentraciones de arsénico,
hasta en 7 veces más de lo tolerado para consumo humano y ello es derivado de
la actividad minera en la zona.
Valdría la pena analizar el qué ha dejado la minería en diversas
regiones, Sonora e Hidalgo por ejemplo; quién se lleva el oro, la plata, los
metales y sus utilidades; Y quién se queda con la tierra envenenada, árida,
erosionada; los despojos, el suelo enfermo y estéril.
La respuesta es fácil, las ganancias son para los empresarios mineros,
mientras que el suelo contaminado es su herencia para el pueblo cuyo subsuelo
ya saqueó, como lo muestran las muchas hectáreas y miles de toneladas de jales
que se encuentran en la ciudad de Pachuca, que no son otra cosa más que
contaminación y que en el otoño –cuando arrecian los vientos- se dispersa
causando imperceptibles daños a la salud de los pachuqueños.
Dice el titular de SEMARNAT que lo ocurrido en Sonora se trata de la más
grande tragedia ambiental, pero contradictoriamente, aunque sin poner el
ejemplo y atreverse a tomar un vaso frente a los medios de comunicación, dice
que el agua si es apta para consumo humano y animal.
Las autoridades tratan de desviar la atención argumentando que no es la
única emergencia ambiental que ha ocurrido y que se han registrado 350 en lo
que va de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, lo que hace
pensar que ahora buscan minimizar la situación.
Lo único cierto es que el daño ya está hecho y que las afectaciones por
la minería son muchas. El Gobierno está obligado a imponer la ley, porque no se
trata solo de sancionar un derrame, sino de proteger la salud de miles de
mexicanos.
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Twitter:
@joelsanradar
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