domingo, 24 de agosto de 2014

DE 4 40


Por Nailea Vargas



Hace algunos días platicaba con un amigo que vive cien por ciento de hacer música en vivo y

entre la plática, salió el tema de trabajar bajo secuencias musicales, es decir, música grabada

hecha con ciertos programas computacionales y reproducida con teclado; digamos que es

como hacer “play back”, pero en lugar de la voz, es la armonía. Muchos grupos versátiles

e incuso agrupaciones famosas de gran nivel optan por el uso de secuencias para evitar

el trabajo que conlleva crear música viva, reducir recursos humanos o mejor aún, evitar

equivocaciones cuando los músicos no tienen el nivel para ejecutar este arte.

Para mí, trabajar con secuencias es la manera más sencilla de hacerle creer a la gente que eres

talentoso arriba del escenario, pero tengo que aceptar que de alguna manera, el uso de esta

herramienta llega a ser necesario cuando de manera individual se trata. El problema, creo, se

origina cuando el costo del servicio afecta a los músicos que realmente invierten tiempo en

ensayos, estudio, esfuerzo etc.

No es lo mismo pagar el servicio de una agrupación de diez integrantes de música en vivo que

el costo de una agrupación con cuatro personas con música secuenciada, valla pues, el costo

de la segunda es menor a la primera, y por supuesto, en plena época de crisis no queda más

que contratar lo que produzca menor gasto.

En mi percepción no podemos culpar a los músicos que trabajan bajo esta herramienta pues

también es responsabilidad de la gente el que valore el trabajo de estos artistas, así que

mi consejo para aquellos que desean contratar un servicio musical es que consideren que

para realizar un trabajo como es el de hacer música se necesita más que talento, se requiere

también de ensayos, dedicación y estudio por lo que hay que reconocer el trabajo de los

verdaderos músicos.

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