Llegó un momento en esta semana que me dejó pensando en mi
infancia, me hizo reflexionar sobre mis inicios en la comunicación,
o más bien dicho en mi frustrado deseo de ser un futbolista
convertirse en otro deseo de estudiar comunicación. Resulta
que donde estoy haciendo mi servicio social es una asociación
civil sin fines de lucro llamada “Peraj” en la cual resaltamos la
importancia de crear vínculos afectivos, sociales, escolares, a fin
de ayudar a un niño (amig@) a tener un pleno desarrollo infantil.
En medio del curso de capacitación para comenzar activamente
como tutor, nos dejaron pensar en algunos momentos que marcaron
positivamente nuestra infancia, que sencillo, dirán algunos. Es genial
cuando tu vida estaba delimitada por la sacro santa hora en la que
transmitían Dragon Ball Z y tus horarios para salir a jugar, donde
nuestra máxima preocupación solo recaía en coleccionar estampas
o tazos. Pero que tal para aquellos que no pueden contar con tanta
facilidad y confianza su traumante infancia, seguramente con
extraños matices de dolor y angustia su desarrollo infantil terminó
siendo una experiencia terrible, de ese tipo de experiencias que
prefieres enterrar en el olvido, Hoy quiero resumirte como una mala
experiencia se transformó en el resorte que me ayudó a elegir mi
rumbo como estudiante.
En contexto de los recuerdos que fluían en mi cabeza, llega a mí
aquella imagen que nunca se me olvidara; donde yo me encontraba
jugando libre y felizmente futbol en un campo extenso y forrado
de pasto; llega uno de mis amigos y con entusiasmo me cuenta que
ese día vendrían unos visores de las fuerzas básicas de Pachuca
para elegir a posibles jugadores que comenzarán desde las fuerzas
básicas. Admito que en ese momento no pensaba en otra cosa que
no fuera futbol, aunque admito que con mucho nervio y miedo cumplí
con éxito mi prueba, el entrenador dio oportunidad a todos los
que aquel día jugaron en partidos de entrenamiento. Sin embargo
para tener la admisión completa al nuevo equipo fundado, se
necesitaba de en aquel entonces una escandalosa cuota que en ese
momento no tenía, por lo tanto con mucho desánimo deserté de la
opción de jugar futbol, mi vida en ese momento quedó paralizada
por la impotencia de no poder lograr mi sueño, sin embargo esa
decepción me orilló a buscar un nuevo pasatiempo en el consumo
de la televisión. Para algunos habrá sido una opción bastante mala
el estar todo el tiempo frente a la televisión, pero en realidad
significó un mundo nuevo de comunicación que penetró de tal
manera mi pensamiento, que de inmediatamente decidí que lo
siguiente que haría es estudiar comunicación.
La genialidad de la producción televisiva, y el arte audiovisual
llegaron a cautivar de tal manera mi vida, que sin dudar mi carrera
se convertiría en un futuro la comunicación, sería así como un
ejercicio de reflexión que expuse en mi servicio social me daría
de qué hablar en esta columna, ya que a través de una decepción
en mi niñez pude aclarar mi cabeza y elegir parte de lo que hoy es
mi futuro, bastante fructífero por cierto, ya que gracias a Dios he
tenido muchos buenos momentos.
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